Te damos gracias Señor por el don de la vida de tu siervo San Juan Pablo II. Gracias por su fidelidad, su valentía, su cercanía, su sabiduría y su ternura.
Gracias por su familia, que supo ser cuna de virtudes, iniciándolo en el camino de la santidad desde pequeño.
Te agradecemos por su vocación al sacerdocio y por su activa labor pastoral con jóvenes y matrimonios.
Te damos gracias por su fructífero pontificado, que fue una inmensa bendición para toda la humanidad.
Te agradecemos por su incansable espíritu misionero, que lo impulsó a llevar personalmente el Evangelio a numerosos rincones de la Tierra.
Gracias por su fervor para defender siempre la Verdad y por su clara doctrina que enriqueció de modo abundante el Magisterio de la Iglesia.
Te agradecemos también porque supo descubrir y mostrar la belleza del amor humano entre varón y mujer y el designio divino sobre el mismo.
Te damos gracias, también, porque con su testimonio y su vida acercó a la Iglesia a numerosas personas que estaban alejadas e inspiró a incontables fieles a buscar su camino de santidad.
Finalmente, te pedimos Señor que San Juan Pablo II desde el Cielo continúe siendo luz y esperanza para la Iglesia y para el mundo de hoy.
Amén.